miércoles, 16 de julio de 2008
LA CATEGORIA DIVINA DE LAS SUQANQAS
Dice Garcilaso en sus Comentarios Reales que en la ciudad del Cusco y más propiamente en los cerros aledaños y plazas principales, se alzaban unas columnas de piedra ricamente labradas a las que el pueblo veneraba porque constituían lugares sagrados donde el dios Sol hacía presencia para señalar fechas específicas del calendario.
Tales columnas llamadas suqanqas o saywas tenían carácter sobrenatural y por ello, en ciertas épocas del año, eran bellamente adornadas con flores, tejidos y otros ornamentos. Eran los días correspondientes a solsticios, equinoccios o épocas de siembra, cosecha, trasquila del ganado, etc. en los que la luz del Sol proyectaba sombras en ciertas direcciones que determinaban la exactitud de una fecha esperada. Ese día era motivo de especiales celebraciones y precisamente, la devoción y magnificencia con que se cumplía este ritual fue la causa de su sistemática destrucción. Los intolerantes y dogmáticos religiosos hispanos asociaron este ritual de profundo y respetuoso homenaje al dios Sol con una práctica idolátrica de adoración al demonio. Consecuencia de ello fue la casi inmediata orden de destrucción.
Cada columna o mojón constituía en sí misma una waka (santuario – adoratorio) porque representaba una manifestación divina según la cual el propio dios Sol, como buen padre, ofrecía a sus hijos una muestra de su inmenso poder: la llegada de una época o fecha del año que debía ser rigurosamente observada y registrada en los quipus para determinar criterios y medidas para una adecuada planificación del calendario agrícola, pecuario o ritual.
Muchas de estas suqanqas, especialmente las más grandes, que se ubicaban en las cumbres de los cerros que rodean la ciudad hacia oriente y hacia occidente fueron registradas como wakas principales durante el registro que hizo el religioso, cronista y extirpador de idolatrías Bernabé Cobo antes de proceder a su destrucción como parte del proceso de evangelización católica y su lucha contra “los infieles e idólatras indios”. Tal vez sólo porque Cobo cumplió con este registro dispuesto por las instancias superiores pudimos enterarnos de la existencia de tales santuarios y marcadores.
La destrucción de wakas se cumplió rigurosamente y de las 328 (aproximadamente) que existieron hoy no quedan sino unos cuántos muy destrozados, casi irreconocibles y de los que sólo quedan sus nombres españolizados que han perdido su original significado. La peor parte se llevaron las suqanqas de las que no quedó ni la cimentación por temor de que el pueblo indígena volviera a ésos lugares a seguir “adorando al demonio” como decían las autoridades religiosas.
De las suqanqas que tenemos el registro correspondiente y que tienen la categoría de waka sólo algunas están más o menos explicadas en la relación de Cobo. Así tenemos:
Por el Este : Región del Antisuyu y parte del Collasuyu (Qollasuyu)
An. 4:6 (Sexta waka del 4to. Seqe del Antisuyu)
Se llamaba Illansayba (Illary saywa?- columna del amanecer?) el que según Cobo eran unas piedras a las que hacían sacrificios los visitantes del Antisuyu: Por el nombre pensamos que más bien era un marcador del solsticio de invierno en el momento de la salida del Sol.
An. 5:7 (Sétima waka del 5to. Seqe del Antisuyu)
Se llamaba Aquarsayba (?) y era una waka de gran veneración. No se conoce los detalles pero el nombre sayba (saywa) denota, de por sí, una gran columna o mojón de piedras.
Co. 4:9 (Novena waka del 4to. Seqe del Collasuyu)
Era un cerro grande llamado Sinayba ( ?) Comentario: Muchos cerros aledaños al Cusco, especialmente los más lejanos, eran tenidos por saywas naturales debido a que una columna o mojón hubiera sido muy difícil de ver a tal distancia. Entonces un método más sencillo habría sido observar la salida del Sol en la línea de mira de algún perfil, roquedo o alguna escarpadura muy particular en un cerro en un cerro. En la región del Cusco los cerros son muy escarpados y no falta algún detalle orográfico que sirva para tal propósito.
Por el Oeste : (Región del Chinchaysuyu y parte del Cuntisuyu)
1. Ch. 6:9 (Chinchaysuyu) Sobre el cerro Quiangalla (quechua españolizado) habían dos mojones o pilares que tenían por señal cuando llegaba el invierno (21 de Junio)
2. Ch. 8:7 Eran dos mojones que señalaban la fecha de la siembra del maíz (Sara, en quechua) y donde hacían sacrificios para procurar una buena siembra.
3. Cu. 13:3 (Cuntisuyu) Eran dos mojones en el cerro Chinchincalla (hoy en día no identificable) a las que llegaba el Sol en época de siembra (de la papa?)
La mayoría de los lugares de identificación de las suqanqas que señala el documento de Cobo no han sido encontradas debido, como ya dijimos, a su destrucción total y de las que no se dejaron “piedra sobre piedra”.
Así fue la torpe, injusta e ignorante actitud del invasor español cegado por sus dogmas y su afán de esconder una manifestación cultural tan sabia y avanzada que encontraron en estos territorios.
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