lunes, 7 de marzo de 2011

La Etnoastronomía y la Astronomía Cultural (3ra. Parte)

La Etnoastronomía y la Astronomía Cultural:

Aun cuando no está zanjado ni terminado el debate acerca de las diferentes posiciones con respecto a la relación: Astronomía – sociedades ancestrales, ya se vislumbra un “ordenamiento” más formal y académico por parte de los principales actores en este debate: Los estudiosos e investigadores de la arqueoastronomía y de la etnoastronomía; hasta hoy, las disciplinas más activas para develar el mundo astronómico de los pueblos y culturas antiguas y saber más de su cosmovisión.

Dentro de los afanes globalizadores de nuestros tiempos, la llamada “Astronomía Cultural” ha devenido en una suerte de paraguas o cobertizo bajo el cual se quiere agrupar a las diferentes disciplinas (campos interdisciplinarios) que podrían conducirnos a responder la gran cantidad de interrogantes que aún quedan por responder en muchos pueblos cargados de un pasado milenario, así como las sociedades modernas y su vínculos, directos o indirectos, con la astronomía.

La arqueoastronomía cumple una parte de esa función ubicando, describiendo, midiendo e interpretando los enigmáticos alineamientos de pueblos, templos, palacios, etc. con el Sol, la Luna, las constelaciones y sus estrellas; y la etnoastronomía, intentando explicar cómo se utilizaba la astronomía en los pueblos antiguos y cómo los usan los pueblos en el presente. En otras palabras, las relaciones entre astronomía y cultura.

Aparentemente pareciera que la etnoastronomía, en su afán de estudio, estuviera invadiendo el campo de la Historia de la Astronomía; sin embargo, hay una carga de saberes heredados y mitos ricos en contenidos astronómicos que trascienden a la simple compilación histórica o cronística. “Los abuelos nos han contado que…” es el estribillo más común a la hora de iniciar una larga cuenta de relatos y explicaciones sobre la astronomía de los pueblos añejos. La tradición oral andina está llena de esos valiosos elementos que procesados a través de las metodologías de la etnografía y de la antropología como la entrevista, la observación participante, etc. pueden alcanzar sus objetivos. Recordemos que el “mundo” del andino quechua hablante es diferente al del citadino en muchos aspectos.

El concepto de Astronomía Cultural es reciente y todavía no ha sido validado mundialmente pero va en ese camino. Es probable que en los años venideros sus alcances, su campo de acción y su sistema de trabajo sean aceptados por todos. Anthony Aveni, uno de los más connotados expertos del tema, nos habla, en este nuevo siglo, de una “Astronomía Antropológica” dándole una visión más amplia y globalizadora.

Asi pues, la Astronomía Cultural busca, en última instancia, la “comprensión” de la astronomía por parte de las sociedades y saber hasta qué punto influye en el desarrollo humano. Mientras tanto se sigue re descubriendo, especialmente en nuestra región, más alineamientos en restos arqueológicos que nos sorprenden motivando un mayor empeño e interés para seguir investigando. Otro tanto ocurre con la etnoastronomía cuando en cada comunidad o pueblo alejado escuchamos relatos inéditos sobre estrellas, constelaciones y mitos relacionados con el cielo.

Esta riqueza de información está a disposición de todo aquél que podría aportar con sus investigaciones y constituye a su vez, una invitación para un estudio más profundo y sistemático. El “mundo” del hombre andino todavía guarda muchos secretos y misterios que la mentalidad occidental no conoce ni comprende.

(Texto tomado del libro "Astronomía Inka" de E. Salazar G.)

lunes, 17 de enero de 2011

Arqueoastronomía: Enfoques y Métodos (2da.Parte)

Enfoques y Métodos de la Arqueoastronomía (2da.Parte)

La arqueoastronomía no surgió con un solo criterio del que compartieran todos sus seguidores. Desde el principio hubo diferencias de opinión (enfoques), metodologías de trabajo, interpretación, etc. sobre los trabajos que se venían haciendo.
En 1981, con motivo de la primera reunión mundial para integrar a los estudiosos de esta nueva disciplina, en Oxford, Inglaterra, surgieron las primeras diferencias que no pudieron ser superadas a través de los años siguientes.
Tanto los investigadores europeos como los americanos tenían sus diferencias casi irreconciliables. Al publicarse los trabajos del evento en dos volúmenes se creó, sin quererlo, los dos enfoques más conocidos y que correspondían a las posiciones de cada grupo: Astronomía Brown (marrón) y Astronomía Green (verde); en realidad, el color de la tapa de cada volumen condujo a la creación de tales nombres.
Los “marrones” eran los americanos quienes en sus trabajos, además de reunir información sobre alineamientos astronómicos incluían elementos de arqueología, etnografía y etnohistoria. Por su parte, los “verdes” que representaban a los europeos, usaban metodologías basadas en rigurosos análisis estadísticos y mediciones exactas para determinar si los lugares estudiados era fruto de la casualidad o representaban una intencionalidad de los pueblos que los construyeron.
Por un buen tiempo se criticaron mutuamente hasta que sus enfoques, luego de recibir nuevas influencias y opiniones de nuevos estudiosos, así como debates en foros especializados a nivel internacional, los han llevado a morigerar sus posiciones y a buscar un consenso al que actualmente se intenta llegar.

Por otra parte se habla también de “escuelas” dentro de la arqueoastronomía. Dice el estudioso mexicano Juan D. Morales al respecto, que una de las escuelas podría llamarse “orientacionista”, debido a que se privilegia, como único objetivo, la observación y medición de las orientaciones de los lugares estudiados en determinadas épocas del año; sean éstos, solsticios o equinoccios, las orientaciones con las posiciones del Sol, la Luna, las estrellas, las constelaciones, etc. en fechas específicas.
La otra escuela es llamada por Morales como “global” que incluye su estudio a la mitología, el arte y los rituales que aún perviven en algunos pueblos como herencia de sus antepasados. Todo ello desde una perspectiva astronómica.
Actualmente la mayoría de los estudiosos trabajan con una visión más integradora debido a que ninguna escuela sola puede explicar a cabalidad todo lo que se puede saber de un lugar estudiado. Había la necesidad de mirar “todas las direcciones y perspectivas”.

La investigación astronómica, como dijimos antes, es multidisciplinaria porque concurren en sus estudios muchas disciplinas que prestan sus métodos y su recursos para un logro eficaz. Los arqueoastrónomos usan varias herramientas para lograr sus propósitos: Desde simples brújulas y mapas hasta teodolitos, estaciones totales, GPS, así como programas de simulación astronómica virtual.
Juan D. Morales analiza la metodología que usa un arqueoastrónomo, la que atraviesa por tres etapas:

1. Trabajo Previo: Empieza con la selección del lugar donde haya evidencia arqueoastronómica. Luego seguirá la búsqueda de información histórica, arqueológica y antropológica del lugar elegido. Finalmente la planificación del trabajo cuyos detalles apuntarán al aprovechamiento máximo de la información que se pueda obtener.
2. Trabajo de Campo: Será la verificación, en el lugar elegido, de los alineamientos o características del lugar que nos lleven a hacer comprobaciones. Esta etapa, tal vez la más larga y tediosa, será la de observar en los tiempos y horas más adecuadas, las posiciones de orto y ocaso del Sol, la Luna o las estrellas, para determinar las particularidades del lugar estudiado en su relación con los objetos celestes. Existen diversas técnicas para lograr este propósito que en gran parte depende del equipamiento que se pueda utilizar. El objetivo de este trabajo será el de obtener la mayor y mejor información posible apoyada en pruebas estadísticas, fotografías, planos, croquis, etc. que sirvan para demostrar la hipótesis planteada.
3. Análisis y Síntesis de la Información: En base a la recopilación hecha en la investigación de campo, se procede a la reducción de datos; es decir, a procesar los datos y contrastar con las hipótesis que se habían planteado. De aquí saldrán los resultados que luego se podrán exponer o publicar para el conocimiento del público en general.
Así es como se hace un trabajo científico y responsable que puede ser validado, corregido o rechazado según se hagan más trabajos posteriores.

Algo básico y muy necesario para emprender un trabajo de arqueoastronomía es conocer la Astronomía Posicional. Se trata de estudiar y practicar la astronomía observacional tanto a simple vista como con el uso de instrumentos. Conocer los posicionamientos en el cielo del Sol, la Luna y las estrellas; saber de las particularidades de sus movimientos, conoce los sistemas de coordenadas, tener la capacidad de reconocer puntos sobre el horizonte y diferenciar los objetos visibles en el cielo nocturno. Saber utilizar instrumentos básicos como la brújula, el telescopio, un cuadrante, un GPS, etc. serán muy importantes para el logro de cualquier propósito investigatorio en esta disciplina.

Hoy en día, y gracias al Internet, tenemos la posibilidad de acceder gratuita e irrestrictamente a numerosas páginas que nos ayudarán a dilucidar cualquier duda así como brindarnos todo nivel de información, desde simples conceptos básicos hasta métodos avanzados para capacitarnos y lograr eficientes trabajos de arqueoastronomía.


Referencias: www.arqueoastronomia.org/ y otras páginas en la web.

sábado, 8 de enero de 2011

¿Qué es la Arqueoastronomía? (1ra. Parte)

Atendiendo al pedido de muchos lectores del blog que me han pedido precisiones con respecto a algunos “tecnicismos” que usamos permanentemente, trataré de complacerlos en los siguientes artículos que tratarán de Arqueoastronomía, Etnoastronomía y Astronomía Cultural.

La palabra “Arqueoastronomía”, pese a no ser nueva (hace más de 40 años que se usa), todavía no aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y sigue siendo un término poco conocido por el ciudadano común y corriente.

En realidad, es la combinación de dos palabras: arqueología y astronomía y se refiere, dentro de su amplio campo de definiciones, al conocimiento astronómico que tuvieron los pueblos antiguos expresados en las construcciones de sus templos y otras edificaciones principales, alineadas con objetos celestiales como el Sol, la Luna y las estrellas; y que hoy en día están siendo estudiados por especialistas.

La preocupación por este nuevo campo de estudio deriva de la necesidad de la arqueología por vincularse con otras ciencias como la astronomía para dar una explicación cabal a sus preguntas. La arqueoastronomía se puso en boga en las últimas décadas a raíz de interesantes descubrimientos que no pudieron ser explicados solamente con los métodos de la arqueología. Sin embargo, hace más de un siglo que se habían puesto las bases de su estudio.
En efecto, hacia fines del siglo XIX, el científico y astrónomo inglés J. Norman Lockyer (1836-1920), fundador de la célebre revista británica “Nature”, escribió un libro que ahora es todo un clásico: “The Dawn of Astronomy” (El Amanecer de la Astronomía) en 1894, convirtiéndose así en el padre de la arqueoastronomía. Lockyer había descubierto en Egipto la relación que existía entre los templos solares y su función como observatorios astronómicos. Más tarde descubriría también que Stonehenge estaba orientado hacia la salida del Sol en el solsticio de verano.
Pese a sus revolucionarios descubrimientos no fue tomado en serio. En parte, debido a las estrictas metodologías que exigía la comunidad científica inglesa; y en parte, por los prejuicios de la época.
En ese entonces, todos esos estudios se consideraban como “rarezas” o extravagancias propias de anticuarios (así se llamaba a los estudioso de restos arqueológicos) o de aventureros sedientos de notoriedad.

Tuvo que pasar más de medio siglo para que un grupo de investigadores modernos iniciaran una nueva ola de estudios y publicaciones. Entre ellos, Alexander Thom (1894-1985), un ingeniero y arqueólogo aficionado escocés que identificó orientaciones solares y lunares en sitios megalíticos de Gran Bretaña poniendo en el tapete la existencia de calendarios muy antiguos.
Otro personaje fue Gerald S. Hawkins (1928-2003), un astrónomo inglés que trabajó en Boston, USA, y que en 1965 publicó su polémico libro titulado “Stonehenge Decoded” (Stonehenge Decodificado), analizando con una computadora el enigmático lugar y proporcionando nuevas evidencias de sus relaciones astronómicas.
El libro había provocado la reacción de la comunidad científica que lo combatió abiertamente mientras que el libro alcanzaba grandes éxitos en ventas y era considerado todo un “best seller” por su popularidad. Fue Hawkins el que acuñó el término “astroarqueología” que después fue transformado en “arqueoastronomía” y con el que se conoce actualmente.
En el campo de los estudios “marginales” o pseudo científicos como la ovnilogía o ufología, se usa todavía el término astroarqueología derivada hoy en “paleoastronáutica” para explicar los presuntos vínculos de antiguas civilizaciones con visitantes del espacio exterior, una fantasía que tiene todavía muchos adeptos y pocas conclusiones plausibles.

En la década de los años 70, Edwin Krupp, Director del Observatorio Griffith (USA) retomó el término usado por Lockyer para definir esta disciplina con el nombre de “Arqueoastronomía” que ha quedado hasta el presente.
Más tarde, con la aparición de nuevos grupos de investigadores especializados, ampliaciones en las programaciones de estudio de la universidades y la publicación de un gran número de libros y revistas dedicadas al tema hicieron de la arqueoastronomía un campo novedoso y fascinante.

Actualmente la arqueoastronomía se puede definir como el estudio de los conocimientos, las interpretaciones y las prácticas de observación que las civilizaciones antiguas hacían en relación al cielo y sus objetos más destacados. Tales experiencias y procesos de abstracción han podido ser estudiados usando sus fuentes escritas y en otros casos aproximarse a través de las fuentes orales y/o monumentales dejados en todo el mundo.
Explicando más ampliamente diremos que el hombre antiguo miró el cielo buscando respuestas para su cotidiano vivir, seguramente le inquietaba saber su naturaleza así como entender su sincronizado movimiento. La constante rotación del Sol, la Luna y las estrellas lo habría fascinado y le habría dado las claves para su búsqueda de marcadores o periodificadores del tiempo para después usarlos en sus dos grandes descubrimientos: la agricultura y la ganadería. Así, habría descubierto una herramienta práctica: el calendario, que le habría dado las primeras explicaciones de los ciclos naturales (estaciones), los meses, los años, etc. para ser utilizados en sus actividades diarias.
Por otra parte, su incapacidad para alcanzarlo físicamente, de tocarlo y de no poder saber dónde es el límite de su cielo visible seguramente lo sumergió en nuevas disquisiciones mentales y existenciales hasta creer que allí existía un mundo divino e inalcanzable, tal vez así construyó su esquema religioso y filosófico. Así se habría iniciado esta vieja relación entre el mundo cotidiano y el insondable Universo que lo rodeaba.

La arqueoastronomía actual ya no registra solamente los alineamientos, los dispositivos construidos para uso astronómico, las fuentes escritas, etc. sino que ha ampliado su campo de estudio especialmente a la relación de la astronomía con la religión y la cosmología.
Es, como dijimos, interdisciplinaria, porque recurre a muchos otros campos del conocimiento para explicar mejor sus estudios. La arqueología, la antropología, la ingeniería, el arte prehistórico, la geografía, la etnología, el folclore, la mitología, la arquitectura, etc. serán las especialidades consultadas para validar cada descubrimiento.

Sin embargo, la arqueoastronomía también ha atravesado por momentos difíciles especialmente cuando algunos “audaces investigadores” han publicado descubrimientos de dudosa credibilidad y planteado hipótesis tan descabelladas que han terminado desprestigiando a esta nueva especialidad y enlodando a otros que sí trabajan con seriedad y honestidad.

Bibliografía:
Libros, revistas y artículos diversos encontrados en la red.
Artículos de Juan David Morales y Manuel Arturo Izquierdo (Colombia) en:
www.arqueoastronomia.org