lunes, 27 de mayo de 2013

Qoyllurit'i: Connotaciones Astronómicas

 
 
Qoyllurit’i: Connotaciones Astronómicas
El presente artículo no pretende abarcar todo el acontecer de la celebración de la peregrinación a Qoyllurit’i, solo se circunscribirá a los aspectos astronómicos implícitos en esta gran celebración religiosa andina.
Para nadie es extraño hablar de las vinculaciones de esta celebración andina y el Hanan Pacha (cielo), empezando por el nombre del lugar: Qoyllurit’i, que se forma por la unión de dos palabras quechuas: Qoyllur, que es estrella, y Rit’i, nieve; así tenemos que una traducción literal nos llevará a definirla como “La  nieve de las estrellas” o tal vez “La estrella de la nieve”. Algunos estudiosos manifiestan que la primera palabra no es “qoyllur”, sino “qoyllo”, referida más bien al brillo blanquecino de la nieve. Desde nuestra perspectiva creemos que la primera definición es la más correcta en base a los siguientes argumentos:
 
Desde tiempos inmemoriales los pueblos andinos hacían peregrinaciones a montañas consideradas como deidades protectoras, los llamaban Apus, a los que se acudía en ciertas épocas  para homenajearlos con rituales y ofrendas muy elaborados, y merecer, por reciprocidad, sus favores. Si estas montañas eran las más elevadas y coronaban sus cumbres con nieve, tanto mejor.
Desde esas altas montañas era posible observar, en la época de la peregrinación,  el momento en que hacía su aparición la constelación estelar más importante del mundo inkaico: la Qollqa o Qoto, conocido en occidente como Las Pléyades, durante su primera aparición helíaca (la primera visión de una estrella antes de la salida del Sol), muy cerca al horizonte, al Este. Esta observación de la Qollqa o Qoto tenía una importancia muy especial por sus implicaciones calendáricas y en especial, porque habría sido una fiesta a las estrellas para celebrar el tránsito de un año que fenecía a otro nuevo que debía empezar con nuevos bríos y esperanzas.
La Qollqa o Qoto (Las Pléyades) luego de permanecer invisible durante unos 45-47 días en los que se encontraba  cerca del Sol (conjunción), vuelve a aparecer en el cielo de la madrugada. En tiempo de los Inkas este cúmulo de estrellas desaparecía en el cielo del anochecer, hacia el horizonte del noroeste, en la primera mitad del mes de abril (ahora lo hace entre el 26-27 de abril), volviendo a ser visto en el cielo de la madrugada en la tercera semana del mes de mayo (ahora ocurre esta aparición entre el 10 y 12 de junio). Luego de un ciclo visible de 318 días  (cercano al número de Seqes que habían en el Cusco antiguo) y agregando el tiempo de su desaparición del cielo completa un tiempo de 365 días que determinaba el calendario contabilizado por la observación de este cúmulo. Los cambios de fechas entre la antigüedad y nuestra época se deben al movimiento de Precesión de los Equinoccios que sufre la Tierra y que va haciendo variar la posición de las estrellas en el cielo a lo largo del tiempo.

Buena parte de este estudio fue realizado en la década de los años setenta por el científico norteamericano Robert Randall que planteó su hipótesis basado en sus investigaciones en Qoyllurit’i. Lastimosamente Randall murió antes de publicar sus conclusiones y solo nos legó artículos sueltos en revistas especializadas en los que adelantó algunos de estos conceptos. Los otros detalles astronómicos son aportes de Tom Zuidema y del autor de este blog.
 
Las Pléyades, cúmulo estelar conspicuo del cielo andino, eran la representación de las qollqas (graneros o depósitos) que los Inkas tenían en todo el Tawantinsuyu. Su primera aparición helíaca marcaba la época de la culminación de la gran cosecha de tubérculos, el secado del maíz y la conversión de la papa en ch’uñu y moraya, luego del proceso de deshidratación. Señalaba además la época del entroje o almacenado de los excedentes de alimentos en los depósitos imperiales para ser usados en los años de escasez o sequía causados por el cíclico fenómeno de “El Niño”, guerras, pestes, y como parte del sistema de reciprocidad durante los trabajos de la mink’a y la mit’a. De esta manera, la constelación de la Qollqa o Qoto cumplía su misión calendárica y ritual para ordenar las actividades del mundo agrícola y religioso del Ande, es decir, astronomía estelar al servicio de un pueblo observador y previsor.
Hay que agregar también a esta constelación la observación, en esta misma época,  de otro grupo de importantes estrellas tales como la conocida Cruz del Sur y sus punteros o señalizadores alfa y beta del Centauro. Este grupo estelar cuyo nombre se ha perdido en el tiempo,  también fue usado como un marcador astronómico y del que no se tiene más información que nos explique su real significado ni su  papel en el ritual andino. Lamentablemente las antojadizas explicaciones que nos han brindado la mayor parte de investigadores desinformados han conducido a una errónea interpretación de este grupo de estrellas y su rol en el mundo andino (ver entradas antiguas en este mismo blog). Tampoco se debe olvidar la presencia de la Vía Láctea, el Mayu, en toda su plenitud en el cielo de finales de otoño e inicios del invierno serrano, con la gran llama negra que gobierna los ciclos del agua y toda la cohorte de otras constelaciones oscuras que conformaban el mundo del Hanan Pacha.
De este modo Qoyllurit’i habría sido el punto de contacto con las deidades celestes que disponían los elementos necesarios y esperanzadores  para  un año nuevo que se aproximaba porque su sociedad agrícola así lo conceptualizaba.
Otro aspecto astronómico importante es la fecha de realización de este acontecimiento. La celebración de Qoyllurit’i siempre se hacía en la fase de Luna Llena por lo que se deduce que esta fiesta era “movible” porque dependía de la fase lunar más propicia para llevar a cabo los rituales a la montaña y las estrellas. Desde su conversión en festividad católica se le asignó como fecha de celebración dos días antes del Corpus Christi, que siempre cae en fecha próxima a la Luna Llena de Mayo o Junio, según el caso. ¿Coincidencia? ¿Manipulación? No lo sabemos.

La fase de Luna Llena era sumamente importante en las celebraciones andinas (caso de la Situa, el Warachikuy, y otros) y en Qoyllurit’i todavía está latente esta costumbre pues, durante la ceremonia del saludo al Sol, llamado también "Inti alabado", desde las cumbres de las montañas, al día siguiente del día central de la festividad, deben estar siempre presentes en el cielo el Sol (en el orto) y la Luna (cerca del ocaso); es decir, las dos principales deidades andinas presentes en el cielo y ocupando posiciones opuestas, muy parecidas a los dibujos que aparecen en los calendarios que dibujó Guamán Poma de Ayala.
Y no es coincidencia que ambas deidades deban ser “saludadas” y “homenajeadas” juntas porque de otro modo se estaría faltando al principio de la dualidad andina. También sabemos que en esa época del año, anticipaba a la salida del Sol la constelación de la Qollqa o Qoto (Las Pléyades). Así el orden sideral estaba completo. Como detalle curioso y enigmático agregaremos que la roca donde se pintó la imagen de Jesús crucificado, y que actualmente es el motivo principal de esta celebración, se dice que es un  meteorito rocoso gigante. No lo sabemos porque no es permitido obtener una muestra de la roca para hacer un análisis que confirme o niegue tal versión.
La celebración de Qoyllurit’i probablemente haya sido en la antigüedad un evento en el que se unieron aspectos tan importantes como el culto al Sol, a las montañas (Apus), a las grandes rocas sagradas (wankas), a la nieve (Rit’i), al gran rio celestial que es nuestra galaxia (Mayu), y a las estrellas (Qoyllur). La Iglesia, durante la colonia y en su intento de conculcar la religión andina (la tristemente célebre “extirpación de idolatrías”), cambió el sentido de esta celebración andina para convertirla en una fiesta católica, al igual que hizo en otros lugares de los Andes (caso de Wanka, en San Salvador, Calca;  Markaqocha, en Ollantaytambo; y otros tantos lugares del país).
Así, nos encontramos ante festividades y celebraciones andinas llenas de elementos culturales propios y ajenos, muy mezclados (algunos le dicen “sincretismo”),  que han moldeado con el tiempo  una identidad propia y original pero llena de  elementos incomprensibles y hasta contradictorios.
 
¡Cuánta maravilla por conocer y recuperar de la maravillosa cosmovisión andina!
Bibliografïa:
Robert Randall: “Qoyllur Rit’i, an Inca fiesta of the Pleiades: Reflections on time & space in the Andean world”.      Bull.Inst. Fr. Et. And.,1982,XI,Nro.1-2, pp.37-81.
Tom Zuidema: “El Calendario Inca”, Lima, 2011.
Erwin Salazar: “Astronomía InKa”, Cusco, 2012.
Fotografía: Cortesía del fotógrafo y artista Luis H. Figueroa.