miércoles, 13 de mayo de 2009

Al "Hermano ANDRES" : IN MEMORIAM

al Hermano ANDRES : In Memoriam
UN HOMENAJE POSTUMO A UN PERSONAJE ESPECIAL

Hoy haré un alto en mi agenda sin apuros para testimoniar mi homenaje póstumo a un hombre santo, religioso por vocación y gran conocedor de la Astronomía al que tuve la suerte y privilegio de conocerlo y haber sido su amigo hace ya muchos años en la bella tierra de Urubamba, en el Valle Sagrado de los Inkas.
Mariano Humberto ANDRES CELADA era su nombre completo, pertenecía a la Congregación de Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle y había venido a Urubamba para trabajar por algunos años en el ISTEP (Instituto Superior Tecnológico-Pedagógico), regentada por dicha Congregación.
Era la personificación de la santidad. Los niños lo querían mucho y le llamaban simplemente como el “Hermanito Andrés”. Se dedicaba a la enseñanza del Curso de Religión en la sección primaria de la Escuela de Aplicación así como otras materias en el Nivel Superior. Atendía el tópico de primeros auxilios y cumplía muchas otras obligaciones en la residencia de los religiosos.

Yo llevaba apenas unos días trabajando como profesor cuando un día un niño se puso mal con un cólico estomacal por lo que tuve que llevarlo al tópico. Allí lo vi por primera vez : bajito, muy delgado, con su impecable sotana, cabello cano y detrás de sus lentes la dulce mirada de unos ojos claros muy vivaces. Me recibió con una amable sonrisa y con voz muy bajita (hablaba casi susurrando) me dijo : “Usted debe ser el nuevo profesor… bienvenido… me han dicho que le apasiona la Astronomía igual que a mí, espero aprender mucho de usted”.
No recuerdo lo que le respondí pero algo sorprendente me dejó paralizado : En la pared del tópico estaba pegado un enorme mapa del cielo que mostraba las 88 Constelaciones de ambos hemisferios y muchísimas estrellas. Mi pregunta fue inmediata: ¿De dónde lo obtuvo? Y muy tranquilamente respondió : Yo lo hice!
Ahí mismo me di cuenta que el alumno iba a ser yo pues me encontraba no solo ante un gran aficionado sino ante una enciclopedia galáctica viviente.
Los siguientes 7 u 8 años que estuvo en Urubamba se convirtió en mi profesor particular de Astronomía y mi mejor amigo. No sé cuánto aprendí de él, no sé cuánto aprendimos juntos, pero fueron los años más interesantes en mis aventuras cósmicas.
Los Hermanos de La Salle (excelentes personas y hombres muy cultos además) recibían mensualmente publicaciones de ciencia y cultura de muchos lugares del mundo y en muchos idiomas, el “hermanito Andrés” se encargaba de prestármelos para “estar al día”. A veces cuando el artículo estaba en otro idioma leía y me traducía en directo con tal facilidad que parecía que estuviera en castellano. Olvidaba, este religioso era también políglota.

Redibujamos el mapa del cielo haciendo actualizaciones, hicimos muchas observaciones con el telescopio, dibujamos manchas solares, cráteres lunares, conversábamos ampliamente sobre temas de cosmología, cosmogonía, astronomía descriptiva, etc. y yo sentía que cada vez que sabíamos más comprendíamos menos a este gran Universo. Ese fue uno de los productos de su amistad : Maravillarme del conocimiento humano y quedar empequeñecido ante la vastedad y complejidad del Universo, sus leyes y sus componentes. “Nada somos frente a la obra de Dios” decía siempre y pienso que no estaba equivocado.

Fue triste su despedida porque no quería irse de Urubamba. La superioridad lo ordenaba y él solo debía acatar esas decisiones. Antes de irse me dijo : “Profesor, en Lima no hay cielo para observar, todo es gris, no podré contemplar las estrellas y tendré que olvidarme de ellas” Diciendo esto me regalo su Atlas más preciado : El “Atlas of the Heavens” SKALNATE PLESO 1950.0 de A. Becvar ( Un Atlas del cielo en 16 láminas y que muestras estrellas hasta la magnitud 7.5) recomendándome seguir observando las maravillas del cielo.

El 13 de Mayo de 1992 se fue al cielo. Hombres santos como él tienen ese gran destino.
Me enteré de su muerte algunos años después gracias a otro religioso amigo. Dicen que no respondía a mis cartas porque una dolorosa y prolongada enfermedad se lo impedía.
Hoy quise hacerle este homenaje porque siempre vivirá en mí el recuerdo de este maravilloso confidente galáctico. Solo que queda decirle a Dios: “Gracias Señor por haberme obsequiado la amistad de un Ser tan sabio, espiritual y sencillo".
Y como una promesa con él, nunca he dejado de observar y lo seguiré haciendo hasta cuando Dios lo disponga.