lunes, 27 de octubre de 2008

VENUS : Ch'aska Qoyllur



El planeta Venus es, después del Sol y de la Luna, el objeto celeste que más brilla en el cielo nocturno. Unas veces es visto en la madrugada, antes de la salida del Sol y otras veces por la tarde luego de la puesta del Sol porque su órbita queda entre la Tierra y el Sol constituyéndose en un planeta interior y por eso nunca se aleja demasiado del astro rey. Se dice que es el gemelo de la Tierra debido a que tiene casi el mismo tamaño pero allí terminan las semejanzas porque a diferencia de nuestro planeta Venus es más parecido al infierno; su superficie recalentada alcanza los 480° de temperatura, no posee agua líquida y su presión atmosférica es casi cien veces más densa que la nuestra. Nunca se pueden ver los detalles de su superficie ni con los más potentes telescopios debido a que se esconde debajo de grandes acumulaciones de nubes de material sulfuroso que a manera de un techo cubre todo el planeta. Allí se produce el llamado “efecto invernadero” y toda la energía solar que recibe queda atrapada dentro de su atmósfera manteniendo la altísima temperatura que no le permite tener las condiciones para albergar vida.

El nombre de Venus le fue puesto por los romanos para identificarlo con la diosa del amor pero para ninguna cultura dejó de ser un objeto celeste de adoración y/o de admiración.Aclaremos que el concepto de “planeta” (que significa errante) era aplicado por los griegos a las estrellas que no permanecían quietas en el cielo sino que se movían con respecto a las demás estrellas. Recién en los tiempos modernos y con el descubrimiento del telescopio se pudo saber que las tales “estrellas errantes” eran mundos como el nuestro, al menos en apariencia y por lo tanto, diferentes a las verdaderas estrellas.

Nuestros Inkas la conocían muy bien , era uno de los “puriq qoyllur” (estrella que camina) del cielo. Le llamaban Ch’aska que en palabras de nuestro cronista Garcilaso de la Vega significa
“…crinita o crespa, por sus muchos rayos…” Los cronistas refieren muchos otros nombres como : Ch’aska Qoyllur, Paqariq Ch’aska, Ch’isin Ch’aska, Auki Illa (Auquilla), Hatun Waraq (Atungara) y otros que al parecer, no son más que confusiones para nombrar a otras estrellas. Tradicionalmente la palabra Ch’aska ha sido traducida como “brillante” o “muy luminosa” y es común que actualmente muchos cusqueños la traduzcan erradamente como “estrella” (qoyllur). De allí el conocido piropo cusqueño “ch’askañawi” (ojos de Ch’aska) para halagar unos ojos brillantes y muy expresivos.

Las apariciones de Venus, unas veces en la madrugada y otras al atardecer seguramente desconcertaron a los pueblos antiguos pues se sabe que algunas culturas (Sumerios y otros) le daban dos nombres diferentes, como si se tratara de dos objetos distintos; sin embargo, los Hamaut’as (Amautas) Inkas se dieron cuenta que era un solo objeto celestial que aparecía en dos diferentes ubicaciones respecto al Sol. Garcilaso de la Vega nos aclara el panorama escribiendo lo siguiente: “ Acerca de la estrella Venus, que unas veces la veían al anochecer y otras al amanecer, decían que el Sol, como señor de todas las estrellas, mandaba que aquella, por ser más hermosa que todas, anduviese cerca de él, unas veces delante y otras atrás”. (Comentarios Reales Libro II, Cap.XXIII).
En el idioma quechua la palabra Ch’aska siempre va compuesta y ello tiene su explicación como veremos a continuación : Si era visto en la madrugada se llamaba Paqariq Ch'aska que significa “Venus” de la madrugada; si era visto al anochecer y en otra época del año, era llamado Ch’isin Ch’aska o “Venus” del anochecer. Pero, en general, el nombre más usado fue en de Ch’aska Qoyllur o la estrella crespa debido a su intenso brillo que al reflejarse en el agua genera muchos rayos brillantes parecidos a los del Sol.
También se sabe que en otros pueblos andinos le llamaban Hatun Waraq (Atungara, como lo escribían los cronistas) que significa estrella enorme o grande.

Un renombrado Paqo (sacerdote andino) de Chinchero, nos refirió una antigua leyenda según la cual el Sol, supremo dios de los Inkas, tenía un asistente personal que lo acompañaba en todas sus actividades. Era Ch’aska Qoyllur que tenía la categoría de Auki (el Auki era un hijo predilecto del Inka que podía llegar a coronarse como futuro Inka). El Inka “delegaba” funciones a Ch’aska Qoyllur para que a manera de un celestial Tukuy Rikuq (autoridades nombradas por el Inka para visitar diferentes pueblos o regiones a fin de verificar el cumplimiento de las leyes y ordenanzas reales) observe al pueblo cuando él mismo no podía hacerlo; es decir, en la madrugada, antes que el Sol asome por el horizonte y al atardecer luego que el Sol desaperecía. De esta manera, Ch’aska Qoyllur cumplía la misión de vigilar a la humanidad andina desde el momento que despertaban hasta la salida del Sol y por la tarde, luego de que el Sol se iba, hasta entrada la noche en que cada poblador se retiraba a dormir.
El cronista religioso Luís de Monzón que vivió en Huamanga (Ayacucho) escribió : “…y que por mandado de los Ingas adoraba al sol y a la luna y a las estrellas y en particular al lucero de la mañana, que en su lengua le dicen auquilla…” Así queda aclarada y confirmada la versión tradicional que ha quedado a modo de leyenda.
Para redondear la idea es bueno saber que en tiempo de los Inkas era prohibido realizar actividades manuales o productivas durante la noche. La noche era para desacansar del intenso trabajo diario y se dice que hasta en las guerras se paralizaban las acciones bélicas cuando anochecía para reanudarlo al día siguiente, por respeto a Mama Killa o Madre Luna.

Si Venus era una personificación femenina para los romanos para otros pueblos no fue lo mismo. Para los Mayas era una estrella masculina de guerras y muerte. Su periodo de rotación y sus ciclos periódicos dieron origen a uno de los calendarios más perfectos de la humanidad. Como los Mayas eran expertos matemáticos y fanáticos ritualistas convirtieron a Venus ( le decían Chak – ek = estrella grande) en el objeto celestial más importante de su ciencia y su religión.
Se piensa también que las figuras grabadas en la Puerta del Sol de Tiahuanaco representan un calendario venusino por lo que el planeta Venus cobra una especial categoría dentro de las entidades celestiales andinas como ordenadores cronológicos e integradores del Cosmos.

Actualmente los pobladores andinos lo ven con ojos más racionalistas y como una expresión fascinante del Universo del que cada vez vamos develando más secretos y todavía mantiene su ancestral nombre porque le dicen “Ch’askaylucero” en un confuso y moderno “quechuañol”.