Qoyllurit’i: Connotaciones
Astronómicas
El presente artículo no pretende
abarcar todo el acontecer de la celebración de la peregrinación a Qoyllurit’i,
solo se circunscribirá a los aspectos astronómicos implícitos en esta gran
celebración religiosa andina.
Para nadie es extraño hablar de
las vinculaciones de esta celebración andina y el Hanan Pacha (cielo),
empezando por el nombre del lugar: Qoyllurit’i, que se forma por la unión de
dos palabras quechuas: Qoyllur, que es estrella, y Rit’i, nieve; así tenemos
que una traducción literal nos llevará a definirla como “La nieve de las estrellas” o tal vez “La
estrella de la nieve”. Algunos estudiosos manifiestan que la primera palabra no
es “qoyllur”, sino “qoyllo”, referida más bien al brillo blanquecino de la nieve.
Desde nuestra perspectiva creemos que la primera definición es la más correcta en
base a los siguientes argumentos:
Desde tiempos inmemoriales los
pueblos andinos hacían peregrinaciones a montañas consideradas como deidades
protectoras, los llamaban Apus, a los que se acudía en ciertas épocas para homenajearlos con rituales y ofrendas muy
elaborados, y merecer, por reciprocidad, sus favores. Si estas montañas eran las
más elevadas y coronaban sus cumbres con nieve, tanto mejor.
Desde esas altas montañas era posible
observar, en la época de la peregrinación, el momento en que hacía su aparición la
constelación estelar más importante del mundo inkaico: la Qollqa o Qoto,
conocido en occidente como Las Pléyades, durante su primera aparición helíaca
(la primera visión de una estrella antes de la salida del Sol), muy cerca al
horizonte, al Este. Esta observación de la Qollqa o Qoto tenía una importancia
muy especial por sus implicaciones calendáricas y en especial, porque habría
sido una fiesta a las estrellas para celebrar el tránsito de un año que fenecía
a otro nuevo que debía empezar con nuevos bríos y esperanzas.
La Qollqa o Qoto (Las Pléyades)
luego de permanecer invisible durante unos 45-47 días en los que se encontraba cerca del Sol (conjunción), vuelve a aparecer
en el cielo de la madrugada. En tiempo de los Inkas este cúmulo de estrellas
desaparecía en el cielo del anochecer, hacia el horizonte del noroeste, en la primera
mitad del mes de abril (ahora lo hace entre el 26-27 de abril), volviendo a ser
visto en el cielo de la madrugada en la tercera semana del mes de mayo (ahora
ocurre esta aparición entre el 10 y 12 de junio). Luego de un ciclo visible de
318 días (cercano al número de Seqes que
habían en el Cusco antiguo) y agregando el tiempo de su desaparición del cielo
completa un tiempo de 365 días que determinaba el calendario contabilizado por
la observación de este cúmulo. Los cambios de fechas entre la antigüedad y
nuestra época se deben al movimiento de Precesión de los Equinoccios que sufre
la Tierra y que va haciendo variar la posición de las estrellas en el cielo a lo
largo del tiempo.
Buena parte de este estudio fue
realizado en la década de los años setenta por el científico norteamericano
Robert Randall que planteó su hipótesis basado en sus investigaciones en
Qoyllurit’i. Lastimosamente Randall murió antes de publicar sus conclusiones y
solo nos legó artículos sueltos en revistas especializadas en los que adelantó
algunos de estos conceptos. Los otros detalles astronómicos son aportes de Tom
Zuidema y del autor de este blog.
Las Pléyades, cúmulo estelar
conspicuo del cielo andino, eran la representación de las qollqas (graneros o
depósitos) que los Inkas tenían en todo el Tawantinsuyu. Su primera aparición
helíaca marcaba la época de la culminación de la gran cosecha de tubérculos, el
secado del maíz y la conversión de la papa en ch’uñu y moraya, luego del
proceso de deshidratación. Señalaba además la época del entroje o almacenado de
los excedentes de alimentos en los depósitos imperiales para ser usados en los
años de escasez o sequía causados por el cíclico fenómeno de “El Niño”,
guerras, pestes, y como parte del sistema de reciprocidad durante los trabajos
de la mink’a y la mit’a. De esta manera, la constelación de la Qollqa o Qoto cumplía
su misión calendárica y ritual para ordenar las actividades del mundo agrícola
y religioso del Ande, es decir, astronomía estelar al servicio de un pueblo
observador y previsor.
Hay que agregar también a esta
constelación la observación, en esta misma época, de otro grupo de importantes estrellas tales
como la conocida Cruz del Sur y sus punteros o señalizadores alfa y beta del
Centauro. Este grupo estelar cuyo nombre se ha perdido en el tiempo, también fue usado como un marcador
astronómico y del que no se tiene más información que nos explique su real
significado ni su papel en el ritual
andino. Lamentablemente las antojadizas explicaciones que nos han brindado la
mayor parte de investigadores desinformados han conducido a una errónea
interpretación de este grupo de estrellas y su rol en el mundo andino (ver
entradas antiguas en este mismo blog). Tampoco se debe olvidar la presencia de
la Vía Láctea, el Mayu, en toda su plenitud en el cielo de finales de otoño e
inicios del invierno serrano, con la gran llama negra que gobierna los ciclos
del agua y toda la cohorte de otras constelaciones oscuras que conformaban el
mundo del Hanan Pacha.
De este modo Qoyllurit’i habría
sido el punto de contacto con las deidades celestes que disponían los elementos
necesarios y esperanzadores para un año nuevo que se aproximaba porque su
sociedad agrícola así lo conceptualizaba.
Otro aspecto astronómico importante
es la fecha de realización de este acontecimiento. La celebración de
Qoyllurit’i siempre se hacía en la fase de Luna Llena por lo que se deduce que
esta fiesta era “movible” porque dependía de la fase lunar más propicia para
llevar a cabo los rituales a la montaña y las estrellas. Desde su conversión en
festividad católica se le asignó como fecha de celebración dos días antes del
Corpus Christi, que siempre cae en fecha próxima a la Luna Llena de Mayo o
Junio, según el caso. ¿Coincidencia? ¿Manipulación? No lo sabemos.
La fase de Luna Llena era sumamente importante en las celebraciones andinas (caso de la Situa, el Warachikuy, y otros) y en Qoyllurit’i todavía está latente esta costumbre pues, durante la ceremonia del saludo al Sol, llamado también "Inti alabado", desde las cumbres de las montañas, al día siguiente del día central de la festividad, deben estar siempre presentes en el cielo el Sol (en el orto) y la Luna (cerca del ocaso); es decir, las dos principales deidades andinas presentes en el cielo y ocupando posiciones opuestas, muy parecidas a los dibujos que aparecen en los calendarios que dibujó Guamán Poma de Ayala.
La fase de Luna Llena era sumamente importante en las celebraciones andinas (caso de la Situa, el Warachikuy, y otros) y en Qoyllurit’i todavía está latente esta costumbre pues, durante la ceremonia del saludo al Sol, llamado también "Inti alabado", desde las cumbres de las montañas, al día siguiente del día central de la festividad, deben estar siempre presentes en el cielo el Sol (en el orto) y la Luna (cerca del ocaso); es decir, las dos principales deidades andinas presentes en el cielo y ocupando posiciones opuestas, muy parecidas a los dibujos que aparecen en los calendarios que dibujó Guamán Poma de Ayala.
Y no es coincidencia que ambas
deidades deban ser “saludadas” y “homenajeadas” juntas porque de otro modo se
estaría faltando al principio de la dualidad andina. También sabemos que en esa
época del año, anticipaba a la salida del Sol la constelación de la Qollqa o
Qoto (Las Pléyades). Así el orden sideral estaba completo. Como detalle curioso y enigmático
agregaremos que la roca donde se pintó la imagen de Jesús crucificado, y que
actualmente es el motivo principal de esta celebración, se dice que es un meteorito rocoso gigante. No lo sabemos
porque no es permitido obtener una muestra de la roca para hacer un análisis que
confirme o niegue tal versión.
La celebración de Qoyllurit’i probablemente
haya sido en la antigüedad un evento en el que se unieron aspectos tan
importantes como el culto al Sol, a las montañas (Apus), a las grandes rocas
sagradas (wankas), a la nieve (Rit’i), al gran rio celestial que es nuestra
galaxia (Mayu), y a las estrellas (Qoyllur). La Iglesia, durante la colonia y
en su intento de conculcar la religión andina (la tristemente célebre
“extirpación de idolatrías”), cambió el sentido de esta celebración andina para
convertirla en una fiesta católica, al igual que hizo en otros lugares de los
Andes (caso de Wanka, en San Salvador, Calca; Markaqocha, en Ollantaytambo; y otros tantos lugares del
país).
Así, nos encontramos ante
festividades y celebraciones andinas llenas de elementos culturales propios y
ajenos, muy mezclados (algunos le dicen “sincretismo”), que han moldeado con el
tiempo una identidad propia y original
pero llena de elementos incomprensibles
y hasta contradictorios.
¡Cuánta maravilla por conocer y
recuperar de la maravillosa cosmovisión andina!
Bibliografïa:
Robert Randall: “Qoyllur Rit’i, an Inca fiesta of the Pleiades: Reflections on time & space in the Andean world”. Bull.Inst. Fr. Et. And.,1982,XI,Nro.1-2, pp.37-81.
Tom Zuidema: “El Calendario Inca”, Lima, 2011.
Erwin Salazar: “Astronomía InKa”, Cusco, 2012.
Fotografía: Cortesía del fotógrafo y artista Luis H. Figueroa.
Robert Randall: “Qoyllur Rit’i, an Inca fiesta of the Pleiades: Reflections on time & space in the Andean world”. Bull.Inst. Fr. Et. And.,1982,XI,Nro.1-2, pp.37-81.
Tom Zuidema: “El Calendario Inca”, Lima, 2011.
Erwin Salazar: “Astronomía InKa”, Cusco, 2012.
Fotografía: Cortesía del fotógrafo y artista Luis H. Figueroa.
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