viernes, 5 de julio de 2013

LAS SAYWAS DE URUBAMBA

                                          Foto 1
                                          Foto 2



 
Las Saywas de Urubamba: Sobrevivientes de la “Extirpación de Idolatrías”

Al llegar los hispanos al Tawantinsuyu, en el siglo XVI, descubrieron que la religión inkaica era muy diferente y contraria a su fe católica. Adoraban al Sol, a la Luna, a las estrellas, a la Tierra. ¡Horror!, el demonio estaba ahí, en la naturaleza, en los elementos,  y en los astros, según la visión religiosa fanática de los advenedizos.

Poco tiempo después, y una vez sometido militarmente el imperio, se procedió no solo al saqueo de su inmensa riqueza, sino al brutal sometimiento de su pueblo al servicio de la corona española. Al mismo tiempo se inició una misión evangelizadora (nada respetuosa, ni fraterna, ni humana) para reemplazar la religión “demoníaca” de los “conquistados” por la fe católica, única y verdadera según el entendimiento del invasor.

Recordemos que en aquellos días la “religión única y verdadera” que traían los hispanos permitía, entre otras cosas, la esclavitud de los seres humanos, el genocidio de pueblos indígenas, el saqueo y el libertinaje de sus “soldados de la fe” como métodos de conquista. Poco valor tenían los pueblos indígenas de América y que estaban muy lejos de la metrópoli.

Este proceso de evangelización fue violento y cruel pues la llamada “Santa Inquisición” hizo la tarea del verdugo, y todo indígena que se resistiera simplemente era ejecutado sumariamente y sus bienes confiscados. Todos sus lugares sacros donde se hacían sus rituales religiosos (Wakas) fueron sistemáticamente destruidos por orden de la corona.

Las saywas o sukanqas, grandes columnas pétreas que servían como marcadores astronómicos, tenían categoría de wakas y por ello también fueron borrados del entorno geográfico. La orden de la corona era que antes de proceder a la destrucción de una waka  se debía sentar un acta para certificar su existencia y destrucción, el nombre del lugar, su ubicación, el uso que se le daba a la waka, las familias involucradas en su mantenimiento y rituales, etc., para luego proceder a su desaparición hasta que no quede de ella “piedra sobre piedra”. Como recomendación final, el Concilio de Lima de 1551-1552, disponía: “…que las huacas sean derrumbadas, y en el mismo lugar, si fuera decente, se hagan iglesias o al menos se ponga una cruz”.

De esta manera se destruyeron nos menos de 328 wakas  sólo en el área del cusco, desapareciendo para siempre la evidencia física de los lugares de culto de la religión inkaica. Sin embargo, esta medida extrema e irrespetuosa no fue impedimento para que la gente no olvide estos lugares píos. Las numerosas cruces que abundan en la ciudad así como los lugares donde quedan sus vestigios líticos siguen siendo mudos testigos de aquellas wakas donde la religión natural de nuestros ancestros (respetuosa de la ecología y de los dioses de otros pueblos vencidos) se manifestaba en sus rituales.

En Urubamba, en el cerro llamado Saywa, al N-E de la ciudad, han quedado en pie (¡Oh, milagro!) los restos de dos saywas o sukanqas de uso astronómico que servían para registrar el solsticio de invierno (Inti Raymi) y establecer con ellos el inicio del año nuevo andino y los calendarios. No sabemos si su difícil acceso (está sobre un elevado y abrupto cerro), su ubicación lejana al pueblo, o tal vez la desidia de las autoridades religiosas de la zona para hacer cumplir la orden de destrucción,  haya sido la “feliz causa” de su salvación. Al parecer, lo único que se hizo fue derrumbarlas parcialmente hasta minimizarlas y colocar encima de una de las saywas una cruz de madera que actualmente se venera cada 3 de mayo, día de la Santísima Cruz. (Foto 1)

Este año hemos comprobado gratamente que las saywas han sido restauradas para darle el aspecto que probablemente hayan tenido en época de los Inkas. (Foto 2). La cruz de madera, símbolo de la extirpación de idolatrías, ha sido reubicada en una ermita a cierta  distancia  de las saywas. Una medida acertada que aplaudimos.

Felicitamos también a quienes dispusieron y ejecutaron tal obra porque de esa manera estaremos rescatando la prueba más sólida de la existencia demarcadores astronómicos que nuestros Inkas usaron para elaborar los eficientes calendarios que les permitieron tan elevado nivel de organización.

Solo faltaría que en los próximos meses o años sean restituidos los otros tres conjuntos de saywas que completaban este sistema de observaciones astronómicas  de los solsticios y que estaban ubicados en sendas montañas en los alrededores de los dominios de Qespiwanka, conocido también por el nombre de “El Palacio de Wayna Qhapaq”, en Urubamba. Sería una obra monumental que valide lo que fue la maravillosa astronomía Inka.

 
Créditos de las fotos:
Foto 1: Jorge Abel Guevara www.panoramio.com
Foto 2: Roberto Valencia.